La guerra escala y nadie dice nada.
En 1990 se dio la primera guerra televisada de la historia. Comenzó en agosto y terminó en febrero de 1991. Lo recuerdo como ahora: sentada frente al televisor observaba cómo un piloto fijaba su mira en un edificio. No recuerdo si era una escuela o un hospital. Solo recuerdo la sensación de rabia que sentí, de desasosiego, al escuchar al piloto explicar cómo lo hacía, cómo lograba dar exactamente en su objetivo, sin asomo de preocupación ni de incomodidad con su misión, más bien con orgullo. Entonces veíamos la bomba caer y hacer añicos aquella estructura y los seres humanos que sin duda estarían adentro.
Me pareció que el piloto manejaba su misión como se manejan los juegos electrónicos, y pensé en la alienación necesaria para que en ese momento él no pensara en las vidas que segaba con esa bomba, en sus efectos ulteriores, en el dolor y el desamparo que ese dedo sobre el botón detonante causaban. Entonces quise manifestarme a través de la canción, y compuse Silencio. Cuando la grabamos, en 1994, quise comenzar con el sonido de un helicóptero.
Años después, en Vieques, participé en uno de tantos actos de desobediencia civil entrando al campo de tiro, por el mar. Navegamos en una yola en la oscuridad de la madrugada hasta llegar al punto de desembarco, y luego anduvimos varias horas por el monte hasta llegar cerca de la zona de tiro. Poco antes de ser capturados, escondidos entre los arbustos, escuchamos un helicóptero sobrevolando. Luego los perros, el camión, la jaula donde "pernoctamos". Y en la noche, me di el gustazo de cantarle Silencio a los militares que nos vigilaban allí.
Hoy, todavía, la guerra escala y solo se escucha silencio de parte de los que mueven los hilos del poder. Hoy mueren muchos más, injusta y bárbaramente. Otras canciones siguen intentando mover conciencias, llamar a la acción, provocar la comprensión del momento urgente que vivimos. Seguiremos acompañando nuestras luchas con canciones.
コメント